19 enero 2018

Probando mis limites en el Km Vertical de Gandia 2018

Este fin de semana he participado en mi primer kilómetro vertical. ¿Qué es eso? Una carrera de montaña con un desnivel entre la salida y la llegada de al menos 1000 m. Además, en las carreras oficiales la distancia debe ser inferior a los 5km, lo que garantiza una pendiente considerable. Se trata de realizar la subida más rápida posible a la cima. Y lo más rápido no es siempre correr.

Anteriormente solo había participado en un par de carreras de montaña y la verdad es que me gustan mucho. Son exigentes, pero disfruto mucho corriendo. Me apetecía probar lo del km vertical y este año me he decidido; aunque a última hora.

La salida


El Km Vertical de Gandía sube al Mondúver desde Gandía, en un recorrido de 16 km y 1.300 m de desnivel acumulado. La salida era a las 8.45 y había que estar antes para recoger el dorsal, así que ahí me tienes desayunando a las 6 de la mañana y cogiendo el coche para llegar con calma. No tenía claro qué iba a llevar puesto, si iba a llover, haría frío o viento, así que llevé un montón de ropa. Al final, corrí con una camiseta de manga corta, un chaleco corta vientos y unos manguitos. Y fue una buena elección. No me sobró nada, ni pasé frío en la cima.

En la salida había 3 cajones y yo me coloqué en el último, para aquellos que íbamos a hacer más de 1h45m. Como me ha pasado otras veces, fue un error salir tan atrás. Al final, apenas 20 corredores bajaron de ese tiempo, así que podía haber salido del segundo sin problemas. De hecho, los alcancé e hice casi toda la carrera con los del segundo cajón aunque habían salido 5 minutos antes.

Empecé con calma, sin cebarme. Mi idea era tratar de hacer toda la carrera corriendo. Ya había visto en el Trail de Traschinepro que subo bien. El principio eran unos km llanos, por pistas amplias, entre naranjos y junto a la carretera. Cogí mi ritmo y poco a poco fui adelantando gente. Sin prisa. Todo iba bien hasta llegar al primer collado... y el primer tapón de corredores andando :_( . Cuando había algún paso más ancho adelantaba a un par o tres, pero enseguida volvía a parar. Y era un zona en la que se podía correr perfectamente. La pendiente no era muy grande y era una senda estrecha pero limpia. La bajada era un poco más complicada, con rocas grandes, pero también se podía bajar bien. Ahí me di cuenta de que la carrera no iba a ser como pensaba :-(


Empieza la carrera de montaña de verdad


A continuación se baja a Xeresa. Coges velocidad y puedes recuperar. Sales del pueblo por un barranco algo incómodo, aunque estaba limpio y en seguida se llega al primer avituallamiento. Y, sí, había dátiles! Mi perdición :-) Reconozco que yo soy de los que va buscando la fruta: dátiles, plátano, naranja... y beber. Era una carrera corta y no llevaba ni agua. Paré un par de minutos y seguí solo, tratando de aprovechar para ir corriendo. Me duró poco. En apenas un km ya estaba otra vez atascado cada vez que había una subida algo complicada. Lo malo de esto es que, una vez que has empezado a andar, todo te parece difícil y no vuelves a correr aunque se pueda. Ademas, ir lento en la montaña es algo que me mata. Aquí el camino es estrecho, con muchos matojos y rocas y no te puedes salir. Cuando había algún punto en el que se podía pedía permiso para pasar, pero no servía de mucho. Y entonces llegó la primera cola de verdad: una fila de al menos 30 personas, andando despacio. Se me hizo eterna la subida. Y no fue la única. Aquí las bajadas eran ya complicadas y yo bajo mal, así que me pasaban algunos de los que había adelantado subiendo... y yo los pasaba en la siguiente subida :)

Salimos por fin a una pista y allí dejé al grupo atrás y llegué al segundo avituallamiento, en el km 14, justo antes de la subida de verdad. Ya me lo advirtió uno de los voluntarios, que ya quedaba solo la última subida y que esa era andando. ¡Qué razón tenía! imposible correr. Y ahí entendí que es de verdad un km vertical. Pendientes del 45 o 50%, tramos de subir entre rocas con piedras y manos, trepando como podías. Mirabas para arriba y veías puntitos fosforitos de otros corredores ¿hasta ahí había que subir? Pues nada ¡al turrón! De nuevo empecé bien porque iba solo, bueno, con un par de chicas más. Subíamos rápido e incluso se podía seguir adelantando, hasta que llegó el último tapón. A veces estabas un rato parado hasta que te tocaba subir. Una pena.

Los metros finales


Por fin lleguamos arriba. Faltaban unos metros cresteando hasta llegar a la meta. El terreno es malo, llano pero técnico (si quieres correr) y no quise arriesgarme. Llámame loco, pero le tengo demasiado aprecio a mis tobillos. Estaba descansado, pero muscularmente empezaba a ir justito. Al final entré en 2:37 (de la primera salida), 2:21 según mi reloj. Mi primer pensamiento fue "¿tanto he tardado?" Se me pasó volando y realmente creía que había tardado menos.

Tras descansar un momento y disfrutar de las vistas, tocaba bajar: 4 km hasta llegar a la Font de la Drova donde estaba el catering, los trofeos y demás. Pero no iba a ser fácil. Intenté correr, pero se me empezaron a enganchar lo cuádriceps. Tocaba andar. La pendiente de bajada era tan fuerte que se me agarrotaban otra vez. Y un chico me dió un truco que no conocía: bajar de espaldas. ¡y funciona! Cuando parecía se se empezaban a cargar, me daba la vuelta y así, al cabo de un rato, conseguí correr otra vez hasta llegar abajo.

Una vez en la meta, uno de los avituallamientos que mejor me han sentado: caldo y perritos calientes :-), además de lo habitual: bebida, fruta, frutos secos, gominolas... Lo había conseguido. Más duro de lo que había imaginado, pero de nuevo muscularmente: de cabeza y de pulsaciones muy bien. Y de nuevo he comprobado que tengo un limite importante entre las 2:30 y las 3:00 de carrera.

Tengo que pensar en cómo arreglarlo. No para hacer distancias más largas: no creo que llegue a ser cientounero o las carreras de mis sueños: un Zegama-Aizkorri, el Trail Aneto-Posets o el mítico e inalcanzable Ultra Trail del Montblanc; Me conformo con aguantar mejor estas.

Y no puedo acabar sin felicitar a los organizadores y agradecer a los voluntarios y a la cruz roja (a la que visité por un ligero, ligerísimo percance; empieza a ser una mala costumbre) su dedicación y sus ánimos en todo en recorrido. Sin ellos no sería posible hacer estas carreras. ¡Ah, sí! y ya puedo tachar otro reto.

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